Extraños compañeros de cama | Goal.com Colombia

2023-02-22 17:47:07 By : Mr. Zherui Steel

Rubén Uría analiza la postura de los clubes tras el 'caso Negreira'

El Barça pagó una fortuna, durante 17 años, a un señor que era el vicepresidente de los árbitros. A nivel ético, una auténtica golfada. Y precisamente por eso, por la gravedad de un asunto moralmente indefendible, la junta directiva culé no puede seguir callada ni un minuto más. Debe ponerse a disposición de la justicia, explicar qué sucedió, contar quién fue la persona que firmó ese contrato, porqué se mantuvo esa colaboración, responder preguntas incómodas y llegar hasta el final, caiga quien caiga.  A la espera de que aparezcan pruebas documentales que certifiquen una correlación entre los pagos a Negreira y un trato de favor arbitral, el asunto está bajo investigación y aunque ha prescrito por vía administrativa, tendrá recorrido por vía penal. El investigado es Negreira, pero eso no exime al Barça de haber cometido una torpeza que debe ser esclarecida por las autoridades, porque están en juego la credibilidad del fútbol, la limpieza de la competición y la honradez de los árbitros.

¿Y los demás, qué? ¿Qué hace el resto de clubes mientras el Barça sigue sin aclarar toda esta marea de chapapote moral recubierta de facturas, correos, testimonios y sospechas? De entrada, Gil Marín, CEO del Atlético de Madrid, propuso un comunicado conjunto para pedir que este asunto se aclare cuanto antes y que la postura del fútbol profesional no consistiera en lo de siempre: que cada uno haga la guerra por su cuenta. Varios clubes frenaron esa iniciativa. Ellos sabrán por qué. Si no hubo consenso, el Atleti debería salir y dar su versión. Mejor solo que mal acompañado. El Sevilla, el club más antipático para la caverna mediática madrileña, rompió amarras y saltó al ruedo para hacer lo que debe hacer cualquier club serio: escuchar a su gente, defender sus intereses, expresar su preocupación y exigir explicaciones. El paso al frente del Sevilla sirvió para que el madridismo militante de las redes sociales aplaudiera a rabiar. Es lo que tiene el fútbol, que hace extraños compañeros de cama. El comunicado sirvió para que ya no le peguen palos al Sevilla, ni para que le tuiteen con sorna a Monchi eso de “sácalos del campo”. Después apareció el Espanyol, al que unos aplaudieron su valentía y otros condenaron por posicionarse.

Sobre el Atleti, lo de siempre. A un lado, los madridistas indignados porque Gil Marín tira de comunicados cuando juega contra el Madrid pero no si el asunto va con el Barça. Al otro, culés molestos porque creen que el Atleti después de lo de Suárez, Villa, Griezmann y lo que haga falta, no debería hacer el caldo gordo a los que quieren ver despeñarse al Barça. A ambos les une el peso de la hemeroteca: recordar la apropiación indebida del Atlético de Madrid que, por cierto, también prescribió. Jamás les importó. Ahora sí. Genios. Uno se pregunta cómo es posible, si les escandalizó tanto ese delito prescrito, que sigan teniendo relaciones y negociando operaciones de fichajes de jugadores. Es lo que tiene la falsa moral, que salta por la ventana cuando por la puerta entra la pasta.

¿Y el Madrid, qué? Pues por el momento, pasapalabra. Mientras el madridismo radical quiere que rueden cabezas y el racional exige explicaciones, el club se ha puesto de perfil. Aplica el protocolo de siempre. Cuando uno se compra un perro, no debe ladrar, porque para eso está el perro. Periodistas de cámara, tuiteros y perros de presa hablan por el Madrid, pero el Madrid se pone de perfil, no se mancha y no se mueve. Florentino Pérez está entre la espada y la pared. Escuchar las demandas de sus socios o callar como una meretriz en misa de doce por la Superliga y canturrear eso de “bien me quieres, bien te quiero, pero no me toques el dinero”. Haga lo que haga, al Madrid se le criticará. Lo que no se puede hacer es soplar y sorber al mismo tiempo. Es hora de tener la dignidad moral suficiente para preguntarse si al Madrid le conviene seguir estando en una Superliga donde le flanquean un club que ha pagado durante años al vicepresidente de los árbitros y otro que ha sido castigado con 15 puntos por irregularidades fiscales. Lo que no tiene un pase es pedirle a los demás que se mojen y se metan de cabeza en el salseo, mientras tú te refugias en el paraguas de lo melífluo y el miedo al qué dirán. De los cobardes nada se ha escrito. La realidad es que el “marrón” del Barça sigue ahí. Que el Barça sigue sin explicar lo que necesita explicar y que los clubes están moviéndose bastante más de lo que muchos esperaban , posicionándose, porque la presión social es cada vez mayor. La realidad es que el fútbol español, que siempre ha sido campo abonado para sospechas e intrigas, tiene que posicionarse de una vez por todas. Y tiene dos caminos: el primero, unirse para exigir responsabilidades a las autoridades; y el segundo, mirar para otro lado y confirmar que existen extraños compañeros de cama, que presumen de odiarse en el campo, cuando en realidad están unidos por el dinero. Los demás pasan por tontos. Y ellos, por los más listos.